miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿ES MI MARIDO HOMOSEXUAL?

EL MUNDO.

Leí en algún sitio este verano (y siento ser tan impreciso, pero no consigo recordarlo con exactitud) a una chica asombrarse de la cantidad de anuncios de contactos homosexuales en los que aparecen hombres casados. ¿Se trata de una moda? ¿Una invasión al estilo ‘V’ (los lagartos marcianos)? ¿El sexo heterosexual (gratuito) se está poniendo tan imposible que a algunos no les queda otro camino? Por supuesto no se trata de ninguna de estas burradas, sino de la pura y dura realidad. Aunque a algunos les parezca raro, en una época de presunta normalidad como la que nos ha tocado vivir (al menos en las grandes ciudades, o determinados barrios), ser homosexual sigue siendo un problemón para más de un gay. Sus relaciones sociales, familiares o laborales, sus carreras profesionales (incluso políticas) pueden verse afectadas negativamente si manifiestan de manera abierta su homosexualidad. Por esta razón, muchos de ellos siguen haciendo lo que la sociedad espera que hagamos todos y cada uno de nosotros: echarse novia, casarse y reproducirse. Y cubrir el expediente social. Dicho así suena muy crudo, aunque es de justicia decir que no todos los homosexuales casados obran en sus vidas siguiendo un plan maquiavélico. Muchos de ellos (y he conocido a algunos) tienen tal mogollón en la cabeza que llegan a darse cuenta o a asumir su sexualidad verdadera a los 50 años porque pensaban que casándose o teniendo novia se les pasaría. Por supuesto nunca ‘se les pasa’ y aunque algunos se contenten con cuatro escarceos en la Casa de Campo o en unos lavabos públicos, muchos llevan una doble vida con todas sus consecuencias. Y sus señoras esposas en la parra, o haciendo sus cositas por ahí. Pero todos tan contentos.



El otro día una amiga mía me pasó el enlace a una página integrista cristiana norteamericana. Al leer el título del artículo (‘¿Es mi marido gay?’) pensé que se trataba de una canción de Macnamara o de un texto humorístico. Desde luego, la risa está más que asegurada leyendo las pistas que arroja para descubrir en falso al gay agazapado en el papel de perfecto esposo. Ahora las repasaremos juntos y veréis que no tienen desperdicio. Sin embargo, después de una primera reacción desternillante, la cosa toma una dimensión ‘malrollística’ insuperable. Como toda operación de caza y captura (en dicha web calculan que sólo en Estados Unidos hay más de dos millones de maridos homosexuales), la cuestión de fondo es repugnante, sobre todo si tenemos en cuenta el objetivo final: someter a los pobres desdichados a terapias de ‘reparación’ (como las que se anuncian en algunas emisoras de radio de nuestro país), que lo único que consiguen es destruirles como personas y mandar su equilibrio psíquico al cuerno (como mínimo). Pero bueno, si estas organizaciones son capaces de fomentar y desarrollar inventos paradetectar infidelidades o prácticas onanistas analizando la ropa interior, ¿qué no harán con temas más profundos?

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