miércoles, 31 de julio de 2013

CHISTE MUY MUY GAY, QUE NOS ENVÍAN DESDE PERÚ

Un hombre llega a hacer el censo nacional a una casa y al tocar la puerta le abre un gay. Como no se siente muy a gusto con los homosexuales, le pregunta si está su papá.

El gay, después de notar la reacción del hombre del censo sobre su orientación sexual, le responde diciendo:

- Te jodiste porque él también es gay.
- ¿Y tu hermano?
- Ese es el más maricón de la casa.

Un tanto disgustado, el hombre del censo pregunta:
- ¿Y es que en esta casa ha nadie le gusta las mujeres...?

Y el gay le responde:
- Sí… a mi hermana y a mi mamá.

martes, 30 de julio de 2013

¡Futbolistas captados 'bien firmes'!

OTRO FAMOSO DEPORTISTA GAY


Galés de 35 años, Gareth Thomas es el único jugador de equipo profesional en activo abiertamente gay, y eso es algo que debemos tomarnos muy en serio. Actual jugador en el equipo Crusaders Rugby League de las Super Liga Europea de Rugby, hizo historia en la Copa del Mundo de Rugby de 2007 al ser el primer galés en ganar 100 copas internacionales en su modalidad.



Thomas o ‘Alfie’, como es conocido popularmente por muchos, mantuvo durante años oculta su homosexualidad, habiendo estado casado con su novia de toda la vida, Jemma, de la que se divorció en 2007, tras cinco años de matrimonio. Salido del armario dos años más tarde, el jugador declaró: ‘No quiero ser conocido como un jugador de rugby gay sino como un jugador de rugby’, declarando además su esperanza de que su salida del armario sirviese de ayuda a jóvenes jugadores gay para dar el mismo salto adelante, ‘siendo aceptados como talentosos jugadores de rugby gays‘. Ojalá sirviese para ello.

lunes, 29 de julio de 2013

DEPORTISTAS FAMOSOS GAYS


Al igual que en el mundo del Cine o de la Música y en el de la Política de los últimos años, el del Deporte de Competición es terreno minado para los deportistas gays. Será por eso, que aunque existen tantos atletas gays como cabría imaginar, sin embargo el riesgo a ser ‘marcados’ de un modo u otro por sus seguidores, entrenadores, jueces o compañeros, hace que la mayoría de ellos permanezcan escrupulosamente metidos en el armario durante sus carreras deportivas, o incluso mucho tiempo después de haberse entregado al merecido retiro físico.

GREG LOUGANIS
(Gregory Efthimios Louganis; San Diego, 1960) Saltador de trampolín estadounidense. Estudiante de danza desde los dos años, pasó al salto de trampolín a los nueve, momento a partir del cual progresó velozmente en esta modalidad. Su carrera deportiva se inició a los once años de edad cuando fue visto en una prueba en Florida por el preparador O'Brien y le conminó a incorporarse al Club de Natación de Misión Viejo (California); sin embargo, su debut no llegó hasta los dieciséis años, cuando participó en los Juegos Olímpicos de Montreal (1976) con la selección americana, y ganó la medalla de oro en torre y se clasificó sexto en trampolín tras el triple campeón italiano Klaus Dibiasi.

viernes, 26 de julio de 2013

GAYS MUY FAMOSOS EN ESPAÑA

1.- Fernando Grande Marlaska. Juez de la Audiencia Nacional. El discreto juez se casó en 2005 con su marido Gorka. Es uno de los azotes del terrorismo.
2.- Pedro Zerolo. Político, ejectiva del PSOE. Trinidad Jiménez ofició la ceremonia que le unió a su hasta entonces novio Jesús Santos. Es uno de los activistas históricos.
3.- Pedro Almodóvar. Director de cine. Tiene una relación con un deportista. Fíjense en el mozo que le sirve un gintonic a Blanca Portillo en Los Abrazos Rotos.
4.- Jesús Vázquez. Presentador de Telecinco. No le falta el trabajo. Tampoco el amor. Desde 2005 está casado con Roberto Cortés. En 2008 anunció su intención de adoptar un niño.
5.- Jorge Javier Vázquez. Presentador de Telecinco. El creador del neorrealismo televisivo está muy orgulloso de ser gay.
6.- Alejandro Amenábar. Director de cine. El realizador confesó su condición a las revistas Shangay y Zero en 2004. Según confesó, se “imagina con dos niños”.
7.- Jesús Encinar. Empresario. Es el dueño del portal inmobiliario idealista.com y fundador del Círculo Profesional Gay. Es uno de los pocos empresarios que lo han confesado.
8.- José Carlos Plaza. Ex director del Centro Dramático Nacional. Es uno de los hombres más poderosos de las tablas. En 1982, recibió el Premio Nacional de Teatro.
9.- Lluis Pascual. Director del Teatro Arriaga. Jamás ha ocultado su condición aunque tampoco ha querido destacar por ello. Esto no excluye su compromiso con la causa.
10.- Miquel Iceta. Viceprimer secretario y portavoz del PSC. Fue el primer político en reconocer lo que era un secreto a voces. Ese año (1999) pidió el voto del colectivo LGTB.
11.- Nacho Duato. Director de la Compañía Nacional de Danza. El coreógrafo salió en 1999 en la portada de la revista Zero. “Todo el mundo sabe que soy gay”, decía el titular
12.- Kike Sarasola. Empresario. El poder le viene de la cuna (es hijo de Enrique Sarasola). Es un laureado jinete. “Antes de que me llamen maricón lo digo yo”, afirmó en Zero.
13.- Francisco Nieva. Dramaturgo y académico de la RAE. En Las cosas como fueron relata algunas de sus experiencias desde los años adolescentes.
14.- Boris Izaguirre. Presentador y novelista. Durante años, su perfil frívolo y excesivo, le valieron muchas críticas. En abril reconoció a Zero que había dañado a la causa.
15.- Juan Goytisolo. Escritor. Estuvo casado con Monique Lange. En sus memorias Coto vedado y En los reinos de Taifas hablá de su homosexualidad.
16.- Alfonso Llopart. Director de Shangay Express. Pionero en la prensa gay, su revista es la biblia del ocio LGTB. Acaba de crear una publicación de moda, Shangay Style.
17.- Álvaro Pombo. Escritor. Ya en su debut, abordó el tema del amor que no tiene nombre. Su último libro Contra Natura relata la relación de un maduro editor y un joven.
18.- Eduardo Mendicutti. Escritor. El columnista de El Mundo no evita las referencias homosexuales en sus obras entre la que destaca El palomo cojo.
19.- Aladino Nespral. Empresario. El presidente del exitoso grupo Arena controla gran parte de los locales de ocio nocturno de Barcelona.
20.- Miguel Ángel López. Director de Zero. El controvertido periodista dirige la publicación de temática gay de pago con mayor tirada: 50.000 ejemplares mensuales.
21.- Jerónimo Saavedra. Alcalde de Las Palmas. El socialista fue ministro con Felipe González. En el año 2000 reveló que era homosexual en el libro Outing en España.
22.- Jorge Cadaval. Humorista. La mitad del Los Morancos hace tiempo que reconoce su condición. Era una salida cantada: “Pluma, pluma gay”.
23.- Eduardo Casanova. Actor. Fidel, su personaje en Aída, ha sido clave en la visibilidad gay en la adolescencia. Participa activamente en el orgullo.
24.- Vittorio. Diseñador. Jose Víctor Rodríguez Caro lidera junto a Luchino uno de los emporios de lamoda española. Se casaron en 2007.
25.- Luchino. Diseñador. Jose Luis Medina del Corral es la otra mitad de Vittorio & Luchino. Tras su boda, se les expulsó de la cofradía sevillana a cuyas imágenes solían vestir.
26. -Boti García Rodrigo. Política y activista. En 2008, se presentó como número 7 de IU. La ex presidenta del COGAM está casada con Beatriz Gimeno.
27.- Mili Hernández. Editora. Su librería Berkana es uno de los puntos de peregrinaje para los interesados en la literatura de temática homosexual.
28.- Rubén Hernández. Político. El político de IU protagonizó la segunda boda gay de España. Al enlace no faltó su jefe, Gaspar Llamazares.
29.- Juan P. Juliá. Empresario. El presidente de los Hoteles Axel puede presumir de haber creado la cadena de hostelería de referencia para la clientela gay. Ha sido premiado en EEUU.
30.- Mayte Martín. Cantaora de flamenco. Es una de las lesbianas más poderosas… y valientes. Sobre todo, considerando que el flamenco es todavía un entorno muy tradicional.
31.- Josep María Flotat. Actor. También se le incluyó en Outing Spain. No ha eludido a los personajes gays. En Boca a Boca compartía escenas con Javier Bardem.
32.- David Delfín. Diseñador. El enfant terrible de la moda española se ha declarado homosexual abiertamente. En 2004 abrió su tienda-taller junto a su pareja.
33.- Jordi Petit. Presidente honorífico de CGL. Jordi Lozano González acuñó su alias durante los años de lucha para retirar la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad Social.
34.- Íñigo Lamarca. Ex defensor del Pueblo Vasco. Se casó en 2006 con Sergio Íñiguez. Fue propuesto por el PNV. Ha abogado por los derechos de los transexuales en la cárcel.
35.- Guillermo Pérez Villalta. Premio Nacional de las Artes plásticas. El pintor, escultor y arquitecto es uno de los más destacados miembros de su generación.
36.- Pedro Serrano. Empresario. A través de Trip Family, controla gran parte del ocio nocturno gay de Madrid. Las sesiones de sus clubs son legendarias.
37.- Diego M. Béjar. Empresario. Fundador del portal de contenidos gay chueca.com. Lo vendió por seis millones que invirtió en emprender nuevas aventuras empresariales.
38.- Carla Antonelli. Actriz y activista. Fue la coordinadora del área de Transexualidad del grupo federal de gays y lesbianas del PSOE.
39.- Buika. Cantante. La exitosa cantante se considera “bisexual, trifásica y tridimensional”. Se enamoró de una mujer pero ahora vive con un hombre.
40.- Carlos Marrero. Empresario. Junto a su marido Kike Sarasola, es dueño de los hoteles Room Mate. Salieron juntos 15 años antes de contraer matrimonio.
41.- Jordi González. Presentador. Es uno de las presentadores más solventes de la TV. En laactualidad conduce el polémico espacio La Noria en Telecinco.
42.- Javier Álvarez. Cantante. Uno de los más combativos. El cantautor nunca ha salido del armario porque nunca ha estado dentro. Acaba de sacar disco.
43.- Lucía Etxebarría. Escritora. Es uno de los referentes literarios de las nuevas generaciones. Susnovelas aluden claramente a su bisexualidad confesa.
44.- Nacho Canut. Músico. Es la mitad de Fangoria. El dúo que forma con Alaska se ha convertido en uno de los emblemas del público gay. Suelen liderar las listas de ventas.
45.- Ventura Pons. Director de cine. El realizador catalán ha dirigido varios filmes de temática homosexual como Amigo / Amado (1998) o Barcelona, un mapa (2007).
46.- Eusebio Poncela. Actor. Uno de los que dieron el paso en Zero. No ha tenido problemas en encarnar a personajes gays, como hizo en La ley del deseo.
47.- Beatriz Preciado. Filósofa. Referente del movimiento queer en el mundo, posee un curriculum brillante. Su pensamiento ha sido traducido a cinco idiomas.
48.- Inma Serrano. Cantante. Popular por canciones como Seré tu amiga, es una de las pocas lesbianas que suele aparecer en este tipo de listas.
49.- Liliane Dahlmann. Historiadora. Tras más de 20 años de relación, la duquesa de Medina Sidonia la desposó en lecho de muerte. Hoy preside su Fundación.
50.- Luis Antonio de Villena. Poeta y ensayista. Es una de las voces que más han influido en la literatura de temática gay, a la que ha dedicado muchas de sus obras.

miércoles, 24 de julio de 2013

VIN DIESEL DESMIENTE SER GAY


HOLLYWOOD - La estrella de acción Vin Diesel ha cerrado de golpe los rumores de que es gay y se muestradesafiante sobre cómo mantener su vida personal en privado.

La estrella es notoriamente reservado cuando se trata de sus relaciones románticas.

Él explica, "no voy a decirlo por ahí en la portada de una revista como algunos otros actores.

"Yo hago como Harrison Ford , Marlon Brando , Robert De Niro , Al Pacino. O sea, código de silencio ".

Diesel afirma que prefiere a la fecha vivir en Europa, donde no es tan fácil de reconocer y piensa que las celebridades que hablan de otras celebridades están metiéndose en problemas.

El actor no quiere que la gente vaya rebuscando en su basura, tomando su foto en Starbucks o puesta a su nombre en un chiste diciendo: "Es una apuesta de tontos."

martes, 23 de julio de 2013

Boys Scouts de EE.UU. retiran prohibición para miembros gay


24/05/2013  
Los Boy Scouts de Estados Unidos votaron ayer a favor de una resolución que retira la prohibición a miembros que sean abiertamente homosexuales, pero no permitirá que personas gay adultas sean líderes de tropas.

miércoles, 17 de julio de 2013

Steve Grand, cantante country de 22 años, da la campanada con una canción de amor gay


Es la sensación del momento. Steve Grand, un joven cantante country de 22 años, ha dado la campanada con el videoclip de su canción All-American Boy, una historia de amor y desengaño que solo en YouTube anda cercana al millón de visitas en poco más de una semana. Grand, abiertamente gay, interpreta a un joven que se enamora de su mejor amigo…

El éxito del vídeo, un punto naíf y de coste relativamente bajo (7.000 dólares) ha sido tal que la historia de Steve Grand ha merecido, entre otros medios, la atención de Good Morning America, el conocido programa matinal del canal ABC, que lo entrevistó. Y es realmente de las que impactan. Criado en el seno de una familia católica tradicional, durante su adolescencia el joven luchó contra sí mismo y contra sus padres para aceptar su homosexualidad, hasta el punto de que aceptó voluntariamente someterse a una “terapia” para “curarse” durante cinco años.

Afortunadamente Grand, según ha detallado en otra entrevista a The BackLot, dio con un psicólogo que al menos no lo traumatizó e incluso le ayudó a ganar confianza, hasta que finalmente acabó por aceptarse a sí mismo y hacer entender a su familia que no había nada malo en ser gay. Deseamos toda la suerte del mundo a Steve Grand y esperamos poder disfrutar de más trabajos suyos en el futuro, y aún más teniendo en cuenta que la cultura country no es precisamente de las más abiertas hacia la realidad LGTB (Pese a ello también se dan avances: en dosmanzanas nos hemos hecho eco de las salidas de armario de otros cantantes de este género, como Drake Jensen o Chely Wright

domingo, 14 de julio de 2013

CUENTOS DEL AMOR VIRIL. Una y mil noches



CUENTOS DEL AMOR VIRIL.  LUIS MELERO

UNA Y MIL NOCHES

El recorrido entre el trabajo del campo en Extremadura y  el éxito actual del restaurante, en un bello puerto turístico, había durado poco tiempo.
Román acababa de materializar el sueño con que escapaba, sobre el tractor, de la grisitud de su vida de tres años antes, porque casado a los veinte y con dos hijos, uno de nueve y otro de seis años, a los treinta Nela le aburría, jugar con los niños sólo mitigaba un poco el aburrimiento, tedio que se hacía insoportable en cada uno de los minutos que transcurrían desde la siembra a la cosecha. Allí, parado encima del tractor junto a la dehesa, miraba con desazón y envidia hacia los jóvenes que acudían a retozar en el chaparral, sentimienzos que jamás logró descifrar, porque le dominaba un deseo vehemente de descubrir otras cosas, otros panoramas, huir hacia aventuras y venturas que tenían que ser posibles en otros sitios, lugares donde ocurriesen los prodigios de "Las mil y una noches", y suponía que jamás reuniría el valor de buscarlos.
Aunque la muerte de su padre le entristeció, pasadas cinco semanas se sintió libre de exponerse a los riesgos que él no le había permitido correr. Abrumado y a punto de caer muchas veces en el desánimo por las advertencias de su madre, su hermana y su cuñado, y sobre todo por las airadas protestas de Nela, vendió el tractor, la finca y la casa, y compró el local en Puerto Marina.
Tenía treinta años cuando empezó la obra del restaurante, treinta y uno cuando descubrió lo buen cocinero que era, treinta y dos cuando tuvo que convencer a su madre, hermana y cuñado de que se mudasen con él para ayudarle,  y  ahora, a los treinta y tres, el dominical del periódico más importante de Madrid acababa de publicar en la sección turística un artículo donde elogiaba y recomendaba el  "sorprendente Restaurante Monfragüe, la más sofisticada y deliciosa cocina familiar de caza".
Había llegado a la meta.
Tenía treinta y tres años y nadie le calculaba más de veinticinco. El tono cetrino de su bronceado campero se había vuelto tan rosado y resplandeciente como el de los turistas ricos de Puerto Banús. Comía opíparamente, pero como trabajaba hasta dieciséis horas en el restaurante y aprovechaba todas las pausas para nadar, su fornido cuerpo de trabajador rural mantenía el vientre plano como el de un adolescente y, de hecho, podía vestir con naturalidad como los adolescentes, porque nadie le observaba con ironía al usar la moderna y juvenil ropa que componía su armario; al contrario, descubría al pasar por la calle que le miraba golosamente gente mucho más joven que él.  A su lado, cuando iban a misa los domingos agarrados del brazo, Nela comenzaba a parecer su madre y él parecía, cada vez más, el hermano mayor de sus hijos.
El aburrimiento renacía. La alegría por el comentario del periódico fue muy efímera, y otra vez sentía impulsos de correr en busca de un prodigio que debía de esperarle en un quimérico país de "Las mil y una noches".
Tenía que plantearse otras metas, como aventurarse a convertir el Monfragüe en el primero de una cadena de restaurantes con sucursales en las principales capitales de España y el extranjero. Algo así tenía que abordar, a ver si no iba a acabar como parecía muchas veces a punto de terminar en Extremadura, liándose la manta a la cabeza y escapando de Nela, sus parientes y sus hijos para buscar no sabía el qué.

Encontró una válvula de escape con el equipo de fútbol. 
A Romy, su hijo mayor, de doce años, le gustaba jugar fútbol y lo hacía durante el verano a todas horas en la playa situada junto al puerto. Un día, pasó por allí el concejal de deportes y les propuso a los chicos formar parte de un equipo infantil representativo del municipio. Romy corrió a contárselo a su padre y éste tuvo que ir a hablar con el concejal, que a los quince minutos de conversación le ofreció la presidencia del equipo.
-Usted se ocuparía de todo, de elegir al entrenador, los ayudantes, la equipación y demás, así como de organizar los viajes. Porque vamos a entrar en una competición provincial.
Román aceptó sin tener claro si disponía de tiempo para ello. Los domingos, los días de partidos, era cuando el restaurante solía estar más lleno y, aunque su madre y su hermana habían aprendido ya a preparar sus platos, todas las manos eran pocas para atender a la clientela los fines de semana.  Calculó que tendría que contratar a alguien más, pero iba a organizar el equipo porque el encargo le podía sacar de la rutina.
Y así fue.
Romy conocía a todos los chicos que jugaban al fútbol en la playa. Román se sorprendió por lo numerosas que eran sus amistades. En dos semanas, visitó guiado por su hijo las casas de treinta y cinco muchachos, veintiocho padres de los cuales aceptaron que también sus hijos formasen parte del equipo, a pesar de que tenía que abonar cada uno quince mil pesetas para la ropa. Una vez completada la plantilla de jugadores, necesitaba un cuadro técnico.
-Hay un morito que juega muy bien -le dijo Romy-. Viene siempre por las tardes, a la siete o así, y organiza partidos con sus amigos. Hammou marca siempre más de diez goles. Tienes que verlo. ¡Es un crack!. Él puede ser el entrenador.
Antes de empezar a preparar las cosas en la cocina, esa tarde decidió echar una ojeada. Bajó a la playa con Romy, que le indicó:
-Míralo. Ése es Hammou.
Para ser marroquí, era demasiado moreno. Más bien tenía aspecto de egipcio del sur y sus facciones reforzaban la impresión, porque eran muy semejantes a las de Ramsés tercero que había visto reproducidas en las fotos del tempo de Abu Simbel. Debía de medir entre un metro setenta y cinco y un metro ochenta. Muy robusto, su cintura era sin embargo fina y su agilidad, extraordinaria. Corría sin descanso de un lado a otro, como si no le agotasen las carreras a través del campo de mullida arena. Durante los veinte minutos de que disponía Román, marcó cuatro goles, en los que parecía entregar el alma.
-Dile que venga al restaurante cuando termine el partido -le ordenó a Romy.
No pudo atenderle hasta que el trabajo aflojó. Lo había olvidado. Su hermana le recordó que "ese moro sigue esperándote en la barra". Miró el reloj; la una y media de la madrugada. Se sintió avergonzado.
-¿Ha comido algo? -le preguntó a su hermana.
-¡Qué va! No creo que tenga un duro. Cuando vino, le ofrecí una cerveza, pero no la quiso; sólo quería agua. Se ha bebido tres o cuatro jarras y ha acabado con todos los frutos secos que había en la bandeja de la barra. Lo menos medio kilo. Vaya caradura.
Se acercó al marroquí. Se sintió incapaz de calcular su edad y tampoco hubiera podido reconocerle de no saber que era él, porque mientras que jugando en la playa vestía más o menos como los demás futbolistas, ahora su ropa le hacía parecer casi un mendigo.
-Hola. ¿Te ha contado mi hijo de lo que se trata?
-No le entendí.
Hablaba español razonablemente bien.
-El ayuntamiento quiere formar un equipo de fútbol infantil. Necesitamos un entrenador.
-Yo busco trabajo.
-Pero... en el equipo sólo cobrarías dietas. ¿No trabajas?
-No.
-Como hablas español, creía que ya llevabas mucho tiempo en España.
-No. Hace cuatro meses, nada más.
-¿Y ya has aprendido el idioma?
-Lo hablaba antes de venir. Mi casa está muy cerca de Melilla. He estado más tiempo en Melilla que en Marruecos, ya sabes, buscándome la vida.
Román se dijo que había problemas. Seguramente, Hammou era un inmigrante ilegal. El ayuntamiento no lo aceptaría. Pero jugaba muy bien y era muy popular entre los chicos, según lo que había observado con Romy y sus amigos. Podía liderar el equipo. ¿Cómo lo resolvería?. Decidió preguntar a bocajarro:
-¿No tienes papeles, verdad?
Hammou bajó los ojos.
-¿Has hecho alguna gestión?
-El consulado está en Algeciras. Antes de nada, necesito el pasaporte y no tengo... cómo ir.
-¿Cuántos años tienes?
-Veintidós.
-¿Crees que puedes entrenar el equipo? ¿Te gustaría?
-Sí.
-Voy a ver cómo lo puedo arreglar. ¿Dónde vives?
Hammou negó con la cabeza.
-¿Quieres decir que no tienes casa?
-Duermo en la playa.

Hammou terminó de pintar la fachada del restaurante en tres días. El chalé lo pintó de arriba abajo, por dentro y por fuera, en dos semanas, sin ayuda de nadie para mover muebles o encaramarse en los andamios entre dos escaleras de tijeras. Reparar la valla y pintarla le tomó dos días.
Román no sabía qué otro encargo hacerle. Preguntó a sus vecinos, la mayoría vacacionistas ocasionales, y ninguno buscaba quien le pintara la casa. Todavía estaban en plena temporada y no disponía de tiempo para acompañarle a Algeciras, a averiguar qué tenía que hacer para legalizar la situación. Era imposible emplearle en el restaurante sin papeles, expuesto a que un inspector de trabajo le multase, lo que era muy frecuente en verano a lo largo de la costa.
Le contó el problema al concejal de cultura que, viendo su interés por el marroquí, aceptó que fuese preparando provisionalmente el equipo antes de darlo por organizado, a cambio de alguna propina ocasional y la promesa de ayudar en las gestiones de legalización cuando llegase el momento.
-Escucha, Hammou, no puedo darte trabajo, pero podemos poner una tienda de campaña en el jardín de mi casa, para que duermas allí, porque lo que va a darte el ayuntamiento no te alcanzará para la pensión. Comerás en el Monfragüe. ¿Te parece bien?
Hammou asintió, sin levantar los ojos del suelo.
El equipo empezó a funcionar. Trasunto de Jeckyll y mister Hyde, Hammou era dos personas diferentes; una, en las cosas cotidianas y otra muy distinta cuando estaba en el campo de fútbol. Habitualmente taciturno, se volvía exuberante y alegre cuando aleccionaba a los niños y, sobre todo, cuando demostraba en la práctica cómo hacer pases, regates y fintas.


Hubo que esperar a septiembre.
El primer lunes del mes, a las cinco de la mañana, Román abrió la cremallera de la tienda de campaña instalada en el jardín, para despertar a Hammou. El muchacho dormía completamente desnudo y presentaba la lógica erección de un joven durmiente sano. Román sintió una turbación incomprensible, contemplándole mientras dudaba si  hablarle, porque sus ojos fascinados se habían cosido al cuerpo relajado cuyas proporciones nunca se había parado a calibrar cuando corría en el campo de fútbol; dormía ladeado hacia la derecha, con una pierna flexionada y un brazo tras la nuca, flexiones que resaltaban la sinuosidad lustrosa de todos sus miembros. Los muslos eran gigantescos, pero estriados como si estuvieran tallados en ébano. Volvía a sentir la antigua necesidad de experimentar el vértigo de lo desconocido. Agitó la cabeza, como si quisiera negarse ante un demonio que le tentaba.
-Levántate, Hammou. Nos vamos a Algeciras.
Tal como estaba, desnudo, el marroquí corrió y se lanzó a la piscina. Román ignoraba que su aseo matinal consistiera en eso, aunque Nela ya le había dicho alguna madrugada que le parecía que hubiera alguien nadando. Todavía con la desconcertante turbación de antes, lo vio emerger por el borde, alzándose con la habilidad de un gimnasta; poseía un cuerpo que por fuerza debía atraer poderosamente a las mujeres, turgente, satinado y resplandecientemente tachonado con las gotas que brillaban en su piel.
-Vístete deprisa, mientras saco el coche del garaje. Desayunaremos por el camino.
Sólo había dormido tres horas; para vencer el sueño que aún le producía bostezos, Román inició la conversación en cuanto arrancó el coche.
-¿Cómo conseguiste entrar en la península?.
-En un camión.
-¿Te escondiste en un camión?
-Sí, pero no dentro. Debajo, entre los ejes.
-¿En serio?
-Traía una ropa muy bonita que me compró la mujer de mi hermano, pero se me llenó toda de grasa. En cuanto el camión llegó al barco, salí a tratar de lavarme, pero fue muy mala idea porque noté que los marineros me miraban y se habían dado cuenta de que era un polizón. Me escondí en los servicios. Un paisa que estaba meando, me preguntó en árabe qué me pasaba. Yo no hablo bien el árabe, porque soy bereber, así que él me preguntó en español si tenía problemas. Primero tuve miedo, porque hay musulmanes en Melilla que son más policías que los policías, pero él se dio cuenta y me contó que trabajaba en Bélgica y que viajaba de regreso con su mujer y su hija. Como no sabía qué hacer, le dije lo que pasaba. Me mandó que tirara la camisa llena de grasa y me dio la camiseta que él llevaba debajo de la suya, y  me dijo que me encerrara en el retrete hasta que volviera. Volvió a los diez minutos, pasándome por debajo de la puertecilla una cazadora de cuero. Luego, me llevó a cubierta con su familia. Su hija se agarró de mi brazo, haciendo como que era mi novia. Así pasamos la aduana de Málaga.
-¿Por qué viniste?
-Tengo nueve hermanos y mi padre se fue hace dos años con otra madre; ahora ya no le da dinero a la mía. Tenemos muchos problemas y los cuatro hermanos que son mayores que yo ya están casados. Tengo que ayudar. Las dos veces que me ha dado dinero el concejal se lo mandé a ella.
Admirado, Román notó que resbalaba una lágrima por la mejilla de Hammou.
-Sientes nostalgia de tu familia, ¿no?
-No -respondio Hammou con firmeza-. Tengo que ser importante en España antes de volver allí. Mi madre consultó con la bruja, que dijo que yo iba a encontrar a un hombre en España que me haría famoso.
Desayunaron en el primer café que encontraron abierto, en Estepona. Román observó que la melancolía que le causara una lágrima había sido sustituida, sin transición, por una alegría expansiva; Hammou reía sin parar, casi sin venir a cuento. Cuando reiniciaron la marcha, el joven dijo:
-Yo pienso que tú eres ese hombre.
-¿Quién?
-El que dijo la bruja.
-¿El que va a hacerte famoso? Creo que no.
-¿Me vas a echar?
-No, hombre, qué va. Lo que quiero decir es que no creo que yo pueda hacerte famoso de ninguna manera.
-Sí, con el fútbol. Todos decían en mi pueblo que soy mejor que Ben Barek. Sé que un día encontrarás a alguien que me abrirá la puerta de un club importante.
Román apretó los labios. Hammou se estaba haciendo demasiadas ilusiones.
-Hace calor -dijo el marroquí.
-Sí. Empieza a hacer calor. Menos mal que tenemos el sol de espaldas.
-Voy a ponerme el pantalón corto.
-Sólo faltan cincuenta kilómetros.
-Me cambiaré otra vez al llegar.
Hammou sacó el short de la bolsa de mano, se quitó los tenis y se bajó el pantalón. Antes de quitarse el calzoncillo, Román notó que se acariciaba la entrepierna; cuando se lo bajó, tenía una erección. Román fijó la mirada al frente, con las manos crispadas en el volante; no quería que volviera el desconcierto, se negaba a mirar de reojo siquiera.
-Éste es un rebelde -dijo Hammou agitándose el pene-. Si no me corro por las mañanas, sigue revoltoso hasta mediodía. Quiere su ración.
-Vamos, Hammou, ponte el short, no sea que pasemos un autobús y la gente se dé cuenta de que vas en cueros.
-¿No quieres tocar un poco? Esta mañana te quedaste mucho rato mirándome.
El muy zorro se había hecho el dormido. La vaga e inexplicable inquietud de Román fue desplazada por el enojo.
-¡Cúbrete de una vez, Hammou!
Alarmado por su tono, el joven obedeció.

Tuvieron que hacer cola a la puerta del consulado durante dos horas. El funcionario, un treintañero delgado que parecía sacado de una tópica película de ambiente árabe, les explicó los trámites y adoptó una actitud que a Román le hizo suponer que esperaba un regalo. Le quitó de las manos a Hammou los papeles que aportaba, que según el funcionario no servían para nada, introdujo un billete de cinco mil pesetas entre ellos y volvió a dárselos al diplomático. Al parecer, los papeles se habían vuelto útiles de repente.
El trámite ante las autoridades marroquíes iba por buen camino. A continuación, deberían realizar las restantes gestiones ante las españolas. De regreso, antes de llegar a Estepona, la carretera rozaba la playa.
-¿Podríamos parar a nadar un poco? -preguntó Hammou.
-Hay mucho trabajo en el restaurate.
-Son cinco minutos. Tengo mucho calor.
-Vale. Cinco minutos.
De nuevo se cambió de calzón dentro del coche, sin cubrirse. La erección continuaba. Román no se desnudó. A través del parabrisas, lo vio zambullirse, mientras él luchaba contra la persistente inquietud; Hammou era un animal bello, ágil, vital, gozoso, despreocupado y carente de doblez. Con la misma naturalidad con que le había invitado a tocarle, había pasado la página para comportarse como un muchacho ilusionado por la inminente resolución de todas sus dificultades, las documentales y las demás. Horrorizado, Román descubrió que se reprochaba no haber tocado.
Al reanudar el viaje, tuvo que resistir muchas veces el impulso. La mano derecha se le escapaba hacia el muslo de Hammou cada vez que cambiaba de marcha, y la retiraba como si le diera un calambre. Su humor era tan sombrío, que apenas escuchaba al marroquí:
-En mi pueblo, es imposible follar con una muchacha. Tenemos que bajar a Nador para hacerlo con las putas, pero cuesta demasiado y es muy peligroso; todas están sucias; cuándo íbamos cuatro o cinco, teníamos que hacerlo con la misma para que nos saliera más barato y a la puta ni siquiera le daba tiempo de lavarse antes de pasar el siguiente. Mis dos hermanos cogieron enfermedades; al mayor, que se llama Mimon, lo rechazó el padre de su novia cuando se enteró de que tenía sífilis y mi madre tuvo que hablar con otra, perdiendo los regalos que ya le había dado a la primera. Hay muchos que lo hacen con las cabras, pero a mí me da asco y siempre hay algún muchacho más joven que no protesta porque se lo hagamos y es mucho mejor. A mí nunca me lo hicieron de chico,  porque mis hermanos mayores me decían que no lo permitiera y una vez le dieron una paliza a uno que lo intentó cuando yo tenía once años, que lo pillaron cuando ya me había desnudado y vuelto boca abajo en la cama de mi madre; lo majaron a palos aunque era primo de mi padre y ellos le tenían mucho respeto, y me parece que le habían dejado que lo hiciera con ellos cuando eran tan jóvenes como yo, porque el primo de mi padre les hacía muchos regalos; lo que pasa es que cuando eres mayor y llega la hora en que eres tú el que te follas a los más jóvenes, no te gusta recordar que, según qué gente, por asquerosa, te lo haya hecho; porque esos que tienen los dientes negros son los más sucios y casi siempre tienen enfermedades. Mi madre me decía todos los días que tuviera cuidado si yo lo hacía con alguno, pero que no dejara que me lo hicieran a mí. Un amigo mío que ahora está en Francia, y que se llama Nadir, insistía mucho cuando teníamos quince años, a pesar de que esa es la edad que ya comienzas a dejar de ser el que se deja y a querer dar tú; aunque tenía curiosidad, porque todos mis amigos decían que da mucho gusto cuando uno se la menea con una polla dentro del culo, yo no le dejé, porque Nadir tiene una polla que es el doble más grande que la mía, y eso que yo tengo diecinueve centímetros, y me daba miedo. Entonces, como él decía que me quería mucho y aunque insistía yo no quería, porque, además del bicho que tiene, es mi amigo, me llevaba con él cuando iba a follarse a un primo mío, que no protestaba y que me parece que es un poco mariquita. Se lo follaba siempre en el mismo sitio, contra una roca que había al lado de un algarrobo que nos tapaba del camino; le gustaba que yo me subiera a la roca y que me la meneara cerca de su cara mientras él follaba con mi primo, que gritaba igual que una mujer. Siempre le hacía sangre, porque su polla es así, mira, Román, así, como este apoyabrazos. Tendrías que verla. Cuando pase por aquí en las vacaciones camino de Melilla, le diré que venga a enseñártela. Yo creo que es casi tan grande como la del burro que tiene mi madre. Mira si es grande, que cada vez que yo se la metía a mi primo después que él, estaba tan abierto que no sentía nada y no me gustaba. Nadir quiso que yo se la metiera el día antes de irse a Francia, aunque ya no tenía edad de dejarse follar, porque había cumplido los dieciocho; me dijo que ya que no quería que él me follara a mí, le hiciera por lo menos una paja con mi mano mientra yo se la metía. Me costó  trabajo, porque, como es mi amigo, me sentía un poco cortado, y además tardó mucho rato en correrse, y yo sin parar de bombear aquello tan asqueroso de tan grande que es, y que me estaba haciendo sudar por la fuerza que tenía que hacer; tardó tanto, que quiso metérmela por cojones; estuvo hasta llorando, pidiéndome por favor que le dejara, y lo que hice fue obligarle a correrse con la boca, para que me dejara tranquilo. El año pasado, vino de vacaciones con su mujer, porque se ha casado con una francesa, y entonces, aunque ya teníamos los dos veintiún años, sí le dejé que me la metiera después de metérsela yo, porque me dio mucha alegría que volviera, y no me dolió porque ya soy un hombre.
Román tragó saliva. La deshibición del joven era asombrosa, y su carencia de rubor por lo que estaba relatando, increíble, pero él sentía crecer el desconcierto  y la turbación. Suspiró aliviado cuando aparcó junto al restaurante.

El equipo marchaba bien. Entusiasmado con su genialidad futbolística y por lo bien que conducía a los muchachos, el concejal comenzó a interesarse por los problemas legales de Hammou, impaciente por formalizar su fichaje para asegurarse de que iba a continuar la labor toda la temporada. Una vez resueltos los trámites del consulado, le prometió a Román que realizaría gestiones para solucionar los españoles en un plazo breve.
-¿Tendría problemas si le diera trabajo en el restaurante? -preguntó Román.
-No creo. Ahora que comienza la temporada baja, la vigilancia afloja mucho. Pero no te preocupes; si apareciera un inspector, dile que es empleado del ayuntamiento, que sus papeles los tengo yo y que venga a hablar conmigo.
Hammou engrosó la plantilla del Monfragüe, en la que, despedidos ya los refuerzos del verano, sólo figuraban dos camareros que no eran parientes de Román. La hermana llevaba la caja y se responsabilizaba del almacén; el cuñado se tomaba muy a pecho su papel de maitre y la madre hacía de pinche en la cocina. Nela realizaba la decoración floral, que renovaba cada dos días, comprando ella misma las flores y negándose a que cualquier otro las eligiera. También los dos hijos se empeñaban en colaborar con frecuencia a la hora de montar las mesas. De modo que lo único que Román podía encargarle a Hammou era de la limpieza matinal, que apenas representaba el retoque y mejora de lo que los camareros habían limpiado de madrugada.
-Eres un loco -le dijo a Román su hermana-, darle la llave a ese moro, para que se hinche de robarte.
-No le llames "moro", por favor, Carmela. Ellos creen que esa palabra es un insulto. Sabes de sobra su nombre.
-Muchas molestias te tomas tú por el moro ése, que un día va a dejarte con el culo al aire. Cualquier día, vendremos a abrir el restaurante y nos encontraremos que se ha llevado la registradora.
-Quítate esas ideas de la cabeza, Carmela. Hammou es incapaz de robar ni un caramelo.
-¿Qué sabrás tú? Todos los atracos que trae el periódico son moros los que los hacen.
A Hammou le intimidaba Carmela; siempre se ponía nervioso cuando se le acercaba o cuando notaba que le estaba acechando; en tales momentos se mostraba torpe y cohibido, deseoso de echar a correr. Un día, cuando ya llevaba un mes trabajando en el Monfragüe, cuyas vitrinas, espejos, botellas y cristalería brillaban como nunca, llegaron al mismo tiempo, a las once, Carmela y Román. Con el suelo, las cristaleras y los espejos ya relucientes, el marroquí se encontraba pulimentando con un paño las copas de vino y las de agua, que iba colocando de nuevo en las mesas. Carmela se detuvo junto a él y le dijo con tono muy ácido:
-Te he explicado un montón de veces que las colocas al revés. Eres un estúpido.
Román observó que palidecía. Sujetando el paño en la mano derecha y la copa que pulimentaba en la izquierda, se paró, mirando con expresión indescifrable a la hermana. Con mano temblorosa, fue a poner la copa junto a la otra, tal como se le acababa de indicar; a causa del temblor, golpeó entre sí  las dos copas, que se rompieron a la vez. Mientras contemplaba los fragmentos de cristal esparcidos sobre el mantel de color salmón, la piel del marroquí se había vuelto de cera.
-¡Moro de mierda! -gritó Carmela-. Eres un inútil y  un desgraciado.
Como si tuviera ganas de golpear, Hammou tiró violentamente el paño sobre la mesa y corrió a ocultarse en la cocina.
-Carmela, Carmela... -murmuró admonitoriamente Román, y fue tras Hammou, previendo lo que iba a encontrar.
En la cocina, había un cuartillo más allá de las cámaras frigoríficas, donde los camareros disponían de seis taquillas para guardar la ropa. Hammou estaba dentro, con la puerta cerrada. Román intentó abrir, pero el pestillo se encontraba echado. Trató de oír. Sonaban golpes sordos, aunque propinados con mucha fuerza.
-Hammou -dijo muy bajo-. No se lo tomes en cuenta. Abre, vamos a hablar.
Los golpes dejaron de sonar, pero la puerta permaneció cerrada.
-Venga, Hammou, abre.
-No puedo.
-¿Por qué?
-Te vas a cabrear conmigo.
-No.
-Sí.
-Coño, abre, Hammou. Me estás poniendo nervioso.
La puerta se entrebrió.
-Entra -le dijo Hammou, y cerró de nuevo con Román dentro.
Éste descubrió al instante las manchas de sangre en la pared. Comprendió lo que había pasado.
-Enséñame la mano.
Hammou se resistió, pero Román le tomó la muñeca y le obligó a torcerla para examinar las heridas. Los huesos de los nudillos eras visibles a través de la piel hecha jirones y la sangre
-Joder, Hammou. Tengo que llevarte en seguida al hospital. Estás como un cencerro. Venga, vamos.
-Me va a gritar otra vez.
-No le hagas caso a mi hermana. Venga, vamos, antes de que se nos haga tarde para volver a trabajar.
Con la espalda apoyada contra la puerta, Hammou se abrazó a Román
-Perdona por manchar la pared.
Aunque nervioso por lo que el abrazo le hacía sentir, Román consideró que agravaría la situación si le empujaba para rechazarle.
-No te preocupes por eso. Es una tontería. Vamos a que te curen.
-La aguanto porque te quiero.
-Ya lo sé. También a mí me dan ganas de darle una hostia.
-Yo te quiero mucho, Román. Y ella quiere echarme.
-No te preocupes. No lo va a conseguir.
-Si ella te convence para que me eches, me mato.
Román sintió lo que estaba ocurriendo bajo el pantalón de Hammou. Espantado, trató de separarse. El marroquí se lo impidió. Forzó más el abrazo y de modo inesperado le mordió los labios para que no pudiera rechazar el beso.
Román cerró los ojos. ¿Qué le estaba pasando? Su cuerpo estaba respondiendo como el de Hammou y unas ondas deliciosas le recorrían el espinazo mientras un siroco insoportable agitaba su corazón. ¿Qué demonios significaba eso?
-Vámonos al hospital -dijo, mientras apartaba con energía a Hammou.


Cuando terminaba los preparativos del restaurante para afrontar la siguiente temporada de verano, Román miró con orgullo el trofeo que intentaba colocar del mejor modo en la vitrina. Romy, su hijo, había querido que se expusiera allí, ya que su padre no vivía en su casa. El equipo había resultado campeón de la liga provincial infantil; aparte del trofeo grande, entregaron otros más pequeños a cada uno de los chicos. A Romy, por ser el capitán, le habían premiado con uno de tamaño intermedio, que Román cambió varias veces de posición hasta conseguir que el nombre de su hijo fuese legible.
-¿Va a venir Hammou? -preguntó Romy.
-No, hijo. Ya pasó la prueba para que el Málaga lo contrate, pero todavía tienen que hacerle hoy el reconocimiento médico.
-¿Ya no va a entrenarnos más a nosotros?
-Me parece que sí. Aunque consiga ser titular en el Málaga, le permiten venir a entrenaros dos veces por semana.
-¿Cuándo vas a llevarme a vuestra casa?
-Cuando quieras.
-¿El martes, que cierras el restaurante?
-¿No tienes colegio?
-Las vacaciones empiezan mañana, ¿no te acuerdas?
-Disculpa, hijo. No me acordaba. ¿Te han aprobado?
-Claro. Díselo a Hammou, porque me prometió regalarme un balón firmado por los jugadores del Málaga si las aprobaba todas.
-Esta noche se lo diré cuando llegue a casa. No te preocupes.
Esa noche que sería una de mil, entre los miles de noches que habrían de sobrevolar juntos todas las rutas mágicas del oriente y el occidente.



sábado, 6 de julio de 2013

Ser homosexual en un entorno rural

EL MUNDO

La realidad homosexual encierra muchas más realidades diferenciadas que las que se difunden a través de los medios de comunicación o de los propios colectivos homosexuales organizados.

Y es que los gays o las lesbianas que viven en los pueblos pequeños no paran de confesar desde el anonimato las diferencias que existen entre vivir en un entorno urbano y en un entorno rural ya que un lugar u otrolimita su realización personal y los convierte en espectadores de una leyenda de la que no se sienten parte.

Muchos de los homosexuales anónimos no tienen inconveniente en compartir sus experiencias pero ocultando su identidad "porque no sabes, yo estoy dentro" y así repiten una y otra vez la misma idea que se convierte en una limitación con la que están acostumbrados a vivir.

Un caso significativo es el de un joven de 23 años, peluquero de profesión y que vive en Viana (Ourense). Según confiesa, "muy pocas personas saben que soy gay oficialmente, aunque es evidente pero yo no lo digo".

Su justificación construida involuntariamente con frases subordinadas para justificarse concluye con un "ya he aprendido a vivir así". Y no se prodiga en detalles. Las fotos que muestra son el testimonio de que busca otra cosa y su mirada se prolonga más allá de la torre de un viejo castillo que custodia una población de apenas 3.000 habitantes y por la que parece no pasar el tiempo.

Sin embargo, esta idea es combatida por otros gays que ya han dado el paso. Un ejemplo significativo del interior gallego es el antiguo encargado de la única cafetería de ambiente que existía en la ciudad de Ourense.

Su nombre es Alfredo Domínguez y sin pretenderlo se ha convertido por la vía de los hechos en ejemplo de la visibilidad homosexual.

Alfredo ha explicado a EL MUNDO.es que "nunca fue difícil miintegración ni familiar, ni social porque tuve el apoyo de mis padres". Dice haberse sentido homosexual a los 12 años y reconocerse a los 17.


Más pedagogía social

"Durante el tránsito tuve algún que otro pequeño conflicto pero en seguida resolví la cuestión", asegura con rotundidad. Su seguridad y su decisión lo llevaron a abrir la primera cafetería de ambiente de la ciudad y a colgar la bandera del arcoiris "sin que se cayesen los cimientos de la catedral". Además, confirma que nunca sintió hostilidad "aunque siempre hay algún tonto".

Las posturas sobre la necesidad de una mayor pedagogía social y de la urgencia de dar un paso al frente son también reclamadas desde colectivos y grupos sociales que, en numerosas ocasiones desde la soledad, reclaman una mayor toma de conciencia del problema por parte de los líderes urbanos.

En este sentido, el activista de Ourense y militante de Juventudes Socialistas, José Manuel Montero, aclara a EL MUNDO.es que "los gays que vivimos en ciudades como Ourense o en pueblos más pequeñosvivimos en lugares hostiles y esto implica que entienda que muchos gays y lesbianas no se manifiestan porque pueden tener problemas laborales, en el propio puesto de trabajo o con los amigos".

Montero aclara que "una cosa es la igualdad de derechos conseguida y otra la igualdad social y a esta todavía no hemos llegado". Y es que incluso dentro de su formación política hay barreras en forma de chascarrillos o de gestos disimulados.

El joven militante socialista confiesa que "me he llegado a sentir la mariquita del PSOE y esto acaba cansando, de hecho, no leí el manifiesto el día del orgullo gay porque mi militancia tiene muchas más vertientes que ser la del maricón del grupo".

Y a pesar de estas dificultades hay quien no renuncia a su pueblo y hace de su origen militancia. Todos ellos confiesan que les gusta vivir en sus localidades y de alguna manera acaban aceptando las normas impuestas. Se permiten incluso bromear con la forma "un tanto clandestina" de relacionarse y todos los testimonios recogidos por EL MUNDO.es coinciden en que "la existencia de Internet se ha convertido en un salvavidas importante".

Cuando se reúnen saben que son señalados "como los gays" pero "lo llevamos" aunque les produzca terror salir en un medio de comunicación y digan sentir vértigo al oír pronunciar su nombre. Muchos de ellos tienen una desmesurada ambición política pero rechazan su vinculación con la homosexualidad y lo justifican diciendo "llega un momento en que aceptas las reglas de la clandestinidad o te conviertes tú en un clandestino visible"